Lamentablemente, desde que nos dedicamos al mundo de la educación canina ya nos hemos encontrado algún propietari@ que ha hecho uso reiterado de esta herramienta para “solucionar x problemas de conducta”. Lo primero que solemos escuchar cuando les explicamos las contraindicaciones de su uso es “a mi me funcionó, Tobby dejó de hacer x cosa“. Entonces… ¿por qué est@s tutores acaban pidiendo ayuda profesional?, ¿realmente “funcionan” los collares de pinchos?.
¿Nos hemos parado a pensar cómo funcionan estos collares?
Cada vez que tiramos de ellos, se cierran en diámetro para ahogar al perro y que los pinchos que tienen en su interior se claven en el cuello del perro. ¿Qué provoca esto? Graves lesiones a nivel físico (daña zonas muy sensibles del cuello) y graves consecuencias a nivel emocional para el perro.
Se utilizan para conseguir que, mediante castigo positivo (tirón de correa y aparición de dolor en el cuello), el perro deje de hacer lo que está haciendo (si dejo de hacer x cosa, el dolor cesará). Así funcionan.
Entonces… ¿por qué la gente afirma que les funciona?
Imagínate que vives con alguien que te impone absolutamente
todo lo que debes hacer en tu vida: cuándo hacer pis/caca, cuándo comer, cuándo jugar, cuándo dormir, etc. Parémonos a pensar… esa es la vida de nuestros perros. Viven adaptados a nuestros horarios y nuestra forma de hacer las cosas, y aún así nos quieren lo que más en este mundo.
Ahora bien, ¿también es necesario imponernos cuando queremos que el perro haga o deje de hacer algo? (p.e. tu perro ladra a otros por la calle y tú cada vez que lo hace le das un tirón en el cuello y se muere de dolor, por lo que deja de hacerlo). Con ello conseguiremos crear un perro que funciona con miedo… al fin y al cabo, eso es una dictadura. En lugar de eso… ¿Por qué no le enseñamos cómo gestionar esas emociones, siendo realmente un buen guía, en lugar de “la persona que me hace daño si ladro”?.
Los abusos físicos NO son un método de educación efectivo, y mucho menos éticos.
No podemos seguir excusándonos en la frase de: “es una herramienta que, bien usada, no hace daño”.
Consecuencias de su uso:
– Graves secuelas físicas: Como hemos dicho, el collar presiona y daña zonas muy sensibles del cuello que, a corto/medio/largo plazo, pueden generar problemas de salud muy graves.
– Perjudica gravemente nuestra relación con él: tu presencia le generará miedo, desconfianza y mermará el vínculo que tienes con él, perjudicando vuestra relación. (Son varios los casos de tutores que nos han pedido ayuda porque usaron este tipo de collares y su vínculo con el perro desapareció).
– Son menos proactivos a la hora de aprender: un perro que “aprende” con el uso de estos collares, temen la aparición de una consecuencia negativa, por lo que sus capacidades de gestión el entorno y de aprendizaje disminuyen por miedo a lo que pueda pasar.
– Consecuencias a nivel emocional
– Resultados rápidos y poco duraderos: si no se sigue usando esta herramienta en el tiempo, volverá el problema inicial cuando se lo quites, porque lo que motivaba a tu perro a realizar esa conducta sigue ahí y él continúa sin saber gestionarlo, porque no le has enseñado.
Desde Ecaniaa queremos hacer ver las graves consecuencias del uso de estos collares y que, antes de escoger un método que perjudique a tu perro a nivel físico y emocional “porque así se le quita rápido la tontería”, te informes bien de otras alternativas. Porque existen, y son MUCHO MÁS EFECTIVAS