Dominancia en perros, ¿realidad o ficción?

La dominancia sin duda es un tema delicado. Todos nosotros hemos escuchado hablar sobre este tema al coincidir en paseos con tutores de otros perros, en el pipican… Incluso sin tener perro, hemos escuchado infinidad de «teorías» que explican el comportamiento de un perro a través de la dominancia en televisión, radio, redes sociales, etc.

La dominancia se ha convertido en un diagnóstico comodín para explicar multitud de problemas de comportamientos en perros.
Durante muchos años se ha abusado de los perros en nombre de la dominancia y en muchas ocasiones se ha utilizado el término para justificar el maltrato.

Es innegable que la dominancia existe y que tiene gran relevancia, pero no es ni de lejos lo más importante en la organización social del perro. No debemos tratar la dominancia como un tema tabú. Al contrario, cuánto más sepamos sobre ello, en menos errores caeremos.

¿Qué debemos saber sobre la dominancia?

  • Las jerarquías de dominancia no buscan provocar conflicto, si no evitarlos.
  • Sirve para establecer la prioridad de unos individuos sobre otros en momento de conflicto, por ejemplo en el acceso a recursos.
  • Su fin es la cohesión del grupo, y eso no se consigue con comportamiento agresivos.
  • Aparece únicamente dentro del grupo social. Por lo tanto, la afirmación de que un perro es dominante con otros perros o personas (que no están dentro de su grupo) es totalmente falsa.

En contra de las creencias populares, son muy pocos perros los que buscan estatus y quieren asumir un rol de dominancia dentro de su grupo social.
Achacar todo comportamiento no deseado de nuestros perros a la dominancia se convierte en un reduccionismo que no nos deja mirar más allá y, por lo tanto, nos hace cometer muchos errores a la hora de educar a nuestros compañeros